¿Sabías
qué… la gente no siempre estaba muerta cuando era enterrada?
Cuando
Edmund iba a Jerusalen
dejando atrás Caen, fue
a visitar todas
las tumbas de
la gente que él
mismo había matado. Se arrepentía mucho por ello. En el cementerio, se encontró
a un hombre que le explicó esta história:
En la Edad Media, si veían a alguien que parecía o estaba muerto, procedían
a preparar el entierro. Colocaban el cuerpo encima de una mesa de la cocina
durante varios días, para averiguar si realmente estaban muertos. La familia comía
y bebía delante el cadáver, esperando a que reaccionase. De esto, surgió
el velatorio que se hace junto al cadáver.
Mucha gente moría por enfermedades muy raras, y
cuando esto ocurría, la mayoría de la gente muerta no tenía espacio para que
los enterrasen. Así que abrían las ataúdes, quitaban los huesos y ponían al
otro cadáver dentro.
Para asegurarse bien de que
los muertos estaban muertos, les ponían por un agujerito de la ataúd un hilo
que estaba atado en la mano del muerto y por otra parte, estaba atado a una
campanilla. Entonces, se quedaba un hombre para vigilar si la campanilla sonaba
o no. Si la campanilla sonaba, significaba que el cadáver no estaba muerto,
porque estaba intentando cavar el ataúd para salir de allí. De este modo,
cuando sacaban al hombre sano y salvo, se le decía que estaba “salvado por la campanilla”.
Se han dado casos, en la que
muchas personas han sido enterradas vivas, porque habían las marcas de rasguños
en el ataúd. De allí viene la expresión “salvados
por la campanilla”, porque era el
único modo de rescatarlos.
FOTOS DEL PROCEDIMIENTO:
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