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viernes, 7 de marzo de 2014

¿Sabías qué… la gente no siempre estaba muerta cuando era enterrada?

Cuando  Edmund  iba  a  Jerusalen   dejando  atrás  Caen, fue  a  visitar  todas  las  tumbas  de  la  gente  que  él mismo había matado. Se arrepentía mucho por ello. En el cementerio, se encontró a un hombre que le explicó esta história:

En la Edad Media, si  veían a alguien que parecía o estaba muerto, procedían a preparar el entierro. Colocaban el cuerpo encima de una mesa de la cocina durante varios días, para averiguar si realmente estaban muertos. La familia comía y bebía delante el cadáver, esperando a que reaccionase. De esto, surgió el  velatorio que se hace junto al cadáver.
Mucha  gente moría por enfermedades muy raras, y cuando esto ocurría, la mayoría de la gente muerta no tenía espacio para que los enterrasen. Así que abrían las ataúdes, quitaban los huesos y ponían al otro cadáver dentro.
Para asegurarse bien de que los muertos estaban muertos, les ponían por un agujerito de la ataúd un hilo que estaba atado en la mano del muerto y por otra parte, estaba atado a una campanilla. Entonces, se quedaba un hombre para vigilar si la campanilla sonaba o no. Si la campanilla sonaba, significaba que el cadáver no estaba muerto, porque estaba intentando cavar el ataúd para salir de allí. De este modo, cuando sacaban al hombre sano y salvo, se le decía que estaba “salvado por la campanilla”.
Se han dado casos, en la que muchas personas han sido enterradas vivas, porque habían las marcas de rasguños en el ataúd. De allí viene la expresión “salvados por la campanilla”,  porque era el único modo de rescatarlos.


FOTOS DEL PROCEDIMIENTO: 



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